En concreto, significa que en el caso de ser elegido para componer la convención constitucional que redactará la nueva constitución de Chile, te comprometes a incluir el agua como un derecho para las personas y para la naturaleza, y a garantizar que eso efectivamente quede reforzado a lo largo de todo el texto constitucional de forma coherente y transversal 

En detalle, al suscribir “soltar el agua en el texto constitucional” usted se compromete:

  • A reconocer que la constitución es la base del acuerdo colectivo para vivir en sociedad y que para proteger la vida, debemos construir las bases de un sistema social y económico nuevo, ecológico, basado en la convicción de que habitamos un planeta vivo, un territorio diverso y que nuestra existencia y la de cualquier forma de vida depende de una trama de intercambios y equilibrios, donde el agua es esencial. Sin ella no es posible el fenómeno de la vida como lo conocemos.
  • A tratar el agua a nivel constitucional como elemento clave para nuestra seguridad frente a la realidad climática, inseparable de la protección de la salud de nuestros distintos y diversos territorios, del medio ambiente y de nosotros mismos. Entiendo que no basta con “priorizar el agua en la nueva constitución”; el texto constitucional que me comprometo a elaborar debe garantizar el agua como derecho humano para las personas y debe proteger sus funciones ecosistémicas. Esto se debe ver reflejado en los distintos artículos constitucionales: en las definiciones de principios,  rol y organización del Estado, en cómo concebimos la división y organización territorial del país, en la definición de derechos, deberes y garantías.
  • A asegurar el derecho humano al agua en cantidades y calidad suficiente para los seres humanos y para la naturaleza. Para ello acepta que no basta su consagración y garantía como derecho fundamental y me comprometo a desprivatizar el agua a escala constitucional, con el objeto de introducir una normativa constitucional del agua cuyo foco sea hacer primar el interés público cuando se trate de asegurar el agua para la vida. 
  • A construir las bases constitucionales de una gestión del agua que permita un acceso justo y equitativo a este elemento, profundizando nuestra democracia y los mecanismos de participación. Esto implica el respeto, reconocimiento, fortalecimiento y apoyo a la gestión ancestral de las aguas, de las organizaciones comunitarias y locales, y de usuarios de agua, para que puedan participar en instancias directas de participación desde escalas locales hasta nacionales.
  • A redefinir las nociones bajo las cuales se relaciona la sociedad con la naturaleza para garantizar que sean respetuosas, y revisar los conceptos de soberanía y propiedad. Del mismo modo, a un compromiso para la creación de órganos particularmente encargados de la gravedad de la situación climática y sus impactos en la realidad hídrica.